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8 beneficios de dormir la siesta

siesta

Dice el escritor y profesor de Historia del Arte, Miguel Ángel Hernández, en su libro El don de la siesta: “Asociada con la pereza y la ociosidad, la siesta contraviene uno de los principios fundamentales del mundo moderno: la pulsión productiva. En los últimos años, sin embargo, este hábito se ha transformado en una herramienta central de la productividad, una rutina saludable, un imperativo del bienestar, e incluso una práctica cool, vendible y consumible [...] la siesta como un arte de la interrupción. Un evento excesivo capaz de frenar y transformar el ritmo desbocado del presente”.

Todo lo que te podamos decir nosotros es más de lo mismo. La siesta puede tener mala fama en según qué círculos, pero es buena. Punto, y la ciencia está de nuestro lado. Eso sí: asegúrate de desconectar todo lo que puedas, si puedes, durante ese rato y estar en un ambiente tranquilo para exprimir al máximo sus beneficios.

¿Menos es más?

En este caso sí –a nivel de beneficios, ya el placer es otra cosa–. Las siestas de 20 minutos, como las que echaba Winston Churchill con el mundo en guerra, son las más indicadas. Ampliar el tiempo puede hacer que después nos levantemos con sensación de embotamiento.¿Y la mejor hora?Sobre las 3 de la tarde, aunque depende de tus ritmos de sueño, para no interferir con el descanso nocturno.

Luego nos concentramos mejor

La siesta es, esencialmente, descanso y pausa. Muchos estudios demuestran que dormirla ayuda a que luego recuperemos el foco en lo que estamos haciendo. Dato: en Google tienen cuartos para que sus empleados puedan echar una cabezadita siempre que quieran y es por algo.

Estamos más rápidos

Va relacionado con el dato anterior. Hay estudios, como uno que hizo la NASA, que prueban que las personas que duermen la siesta después tienen mejores reflejos. Hay otros que han concluido que es más fácil resolver problemas y conectar ideas tras estar unos minutos descansando. Y que también facilita el aprendizaje.

Menos estrés, menos cardiopatías

La siesta reduce nuestros niveles de estrés gracias al momento de desconexión que nos garantiza. Eso se traduce en que disminuyen nuestras probabilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares. Está demostrado que el ritmo cardiaco y la tensión arterial es mayor en las personas que no se echan siesta.

Más energía que un café

Las siestas de 20 minutos cumplen una función que nuestro cerebro agradece mucho: reduce los niveles de adenosina, una sustancia química que se acumula durante el día y provoca sueño. Eso hace que al despertarnos hayamos vaciado el tanque y estemos más enérgicos.

Buena onda

¿A quién no le pone de buen humor echarse un rato? Pero no es magia, es ciencia: al dormir generamos serotonina, una sustancia que nos genera sensación de placer y bienestar.

Qué buena memoria tienes

Todo está relacionado: los reflejos, la concentración, el humor y, también, la memoria. Parar un rato todas nuestras actividades provoca que las cosas se asienten mejor en el cerebro y desechemos lo que nos es relevante.

Buena para abstraerse y la abstracción

Cuando duermes te abstraes, está claro. Pero también la abstracción sale beneficiada: hay estudios que demuestran que la siesta es buena para el aprendizaje en abstracto e identificar nuevos patrones.