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¿Cómo te puede ayudar el agua en la dieta?

¿Cómo te puede ayudar el agua en la dieta?

Existen muchos mitos acerca del consumo de agua y su relación con la pérdida de peso. De hecho, se han realizado una gran cantidad de estudios para comprobar si efectivamente existe una relación y ninguno de ellos ha conseguido por ahora resultados concluyentes.

La última de estas investigaciones es la desarrollada por la Universidad de Humboldt en Berlín que comprobó cuántas calorías gastamos “procesando” el agua que consumimos. Cuando tomamos agua, nuestro cuerpo activa un proceso llamado termogénesis a través del cual esta agua se calienta  para llegar a nuestra temperatura corporal. Este proceso necesita energía para realizarse y, por lo tanto, hay un gasto calórico. Por desgracia, se ha comprobado que este gasto calórico es muy bajo: 95 calorías por cada 2 litros de agua diarios, con lo cual, aumentar el consumo de agua con el fin de gastar calorías procesándola,  no tiene mucho sentido. 

Tampoco es aconsejable beber demasiada agua, ya que un exceso de líquido en nuestro cuerpo puede acarrear desequilibrios electrolíticos y problemas de salud. La cantidad diaria recomendada de agua es de 2 litros para las mujeres y 2,5 litros para los hombres, pero el problema es que el 75% de la población afirma que no es capaz de llegar a esta cantidad cada día.

Aunque beber más agua no nos va a hacer bajar de peso directamente, hidratarnos bien sí que puede ayudarnos de manera colateral en la pérdida de peso a través de diferentes procesos.

Cómo puede ayudarte el agua en la pérdida de peso

  • Aumenta la función renal.

El consumo de agua favorece la micción y, con ella, conseguimos reducir la hinchazón que provoca la retención de líquidos. En algunas personas, especialmente las mujeres que son mucho más tendentes a retener líquidos, 

  • Previene el estreñimiento.

Una dieta llevada con una buena hidratación ayuda también a regular la función intestinal. Esto es muy importante sobre todo al comienzo de la dieta de adelgazamiento porque el cambio de hábitos alimenticios suele provocar problemas para ir al baño.

  • Calma el apetito.

Beber durante o antes de las comidas provoca un efecto de plenitud gástrica durante unos minutos, lo que nos lleva a comer menos. Algunos estudios indican que, si bebemos adecuadamente mientras comemos, podemos llegar a consumir hasta 200 calorías menos. También se recomienda comer alimentos ricos en agua, como la sandía, el pepino, la lechuga o la calabaza, ya podremos “engañar” a nuestros cuerpo comiendo una gran cantidad de volumen de alimento con muy pocas calorías.

  • Facilita las funciones metabólicas, entre ellas la quema de grasas.

No es que beber más agua contribuya a la reducción de las grasas, sino que la deshidratación dificulta el normal funcionamiento de una actividad vital como es la lipólisis, la quema de reservas de grasa del cuerpo para obtener energía. Por lo tanto, mantenernos correctamente hidratados nos asegurará que nuestra dieta sea efectiva.

  • Evita el consumo de refrescos y bebidas azucaradas.

Tomar el hábito de beber agua e integrarlo en tus rutinas puede ayudarte a prescindir de zumos, refrescos y otras bebidas no saludables. Incluso las bebidas light o sin calorías, que se publicitan para las personas que quieren bajar de peso, son un arma de doble filo, porque aunque no aporten calorías directamente, los edulcorantes artificiales que contienen abren el apetito y te llevan a comer más que si bebieras solo agua. 

Así que, no lo dudes, anímate a beber dos litros de agua cada día. Lleva una botella siempre contigo para poder medir cuánto agua estás tomando y, si lo ves necesario, añádele algo de fruta para darle sabor y animarte a beberla. Si le añades algún suplemento alimenticio con propiedades diuréticas y depurativas, el beneficio será el doble para tu salud y para tu plan de control de peso.